Perdonen que no me levante

7 agosto, 2023

Cuestión de cojones

Filed under: La fosa común — ummo @ 18:39

Hace tiempo que mi madre no me da la bronca por abusar del lenguaje soez en esta página, y empiezo a preocuparme. O ella envejece y se acostumbra, o estoy perdiendo facultades y volviéndome lingüísticamente correcto. Por fortuna, todavía llegan cartas de algún lector o lectora inasequibles al desaliento, afeándome mi poca vergüenza. E incluso Nacho Iglesias, el baranda de esta barraca, recibe periódicas sugerencias para que en El Semanal me echen a la calle de una puta vez. La última es de un señor de Oviedo, por la letra jubilado y por el membrete notario, que me afea el uso, e incluso el abuso, de la palabra cojones, e incluso sugiere la posibilidad de que yo saque tanto a colación el asunto por algún trauma personal relacionado con mi propia virilidad o, subraya el amable comunicante, mi ausencia de ella. «A ver si es maricón», concluye, por si no he captado los circunloquios preliminares.

En fin. Al margen de que yo pueda resultar más o menos maricón, la antedicha carta me viene al pelo para traerles a colación un impreso anónimo que hace tiempo circula por ahí- algún lector ha tenido el detalle de mandármelo-,y que, bajo el título Riqueza del castellano, enumera una exhaustiva relación de las diversas acepciones que en nuestra lengua, la de Quevedo y Cervantes, tienen los atributos masculinos. Y me van a perdonar el notario de Oviedo y mi madre, pero no me resisto a glosar el asunto y poner los cojones en su sitio.

Por ejemplo: según confirma con acierto singular el mencionado folleto, el sentido cojones varía según el numeral que le acompaña. La unidad significa algo caro o costoso (eso vale un cojón), dos pueden sugerir arrojo o valentía (con dos cojones), tres significar desprecio (me importa tres cojones), y un número elevado suele apuntar dificultad extrema (conseguirlo me costó veinte pares de cojones). Del mismo modo, basta un verbo para darle variedad a los significados. Verbigracia: tener puede referirse a valentía (esa tía tiene cojones), pero también censura, admiración o sorpresa (¡tiene cojones!); expresión que, en su variante ¡manda huevos!, hizo recientemente popular, en sesión de las Cortes, mi paisano y compañero de maristas Federico Trillo.

Siguiendo con los verbos, acompañado de poner puede significar reto o aplomo (puso los cojones encima de la mesa), y el verbo tocar implica molestia, hastío o indiferencia (me toca los cojones), vagancia (se toca los cojones), e incluso desafío (anda y tócame los cojones). El término es también acepción de lentitud (viene arrastrando los cojones). Y en cuanto a amenaza, su uso es frecuente (te voy a volar los cojones) e incluso se recurre a ello para describir agresión física (fue y le pateó los cojones).

Los prefijos y sufijos también son importantes de cojones. Por ejemplo, a-significa miedo (acojonado), des-implica regocijo (descojonarse), y -udo implica calidad o perfección (cojonudo). También las preposiciones matizan lo suyo: de alude a éxito (nos fue de cojones) o intensidad (hace un frío de cojones), hasta define ciertos límites (hasta los cojones) y por alude a intransigencia (por cojones). También se recurren a ellos como lugar de origen para definir cierto tipo de actitudes intrínsecamente españolas y como origen de voluntad inapelable (porque me sale de los cojones). En cuanto al color, textura o el tamaño del asunto, los significados son ricos y diversos como la vida misma. Un color violeta define bajas temperaturas (se me quedaron los cojones morados de frío). Posición y tamaño son decisivos, tanto para precisar pachorra o tranquilidad (se pisa los cojones) como coherencia (lleva los cojones en su sitio). Sin que falten referencias cultas o históricas (tiene los cojones como el caballo de Espartero).

Así que ya me dirá usted, señor notario. A ver cuando Shakespeare, o Joyce, o la madre que los parió, en esa jerga onomatopéyica y septentrional que usaban los pastores para llamar a las ovejas, y los piratas para repartirse el botín contando con los dedos, fueron capaces de utilizar, con todo su Oxford, la palabra equivalente con tanta variedad, y tanta riqueza, y tanta prosapia como la usa hasta el más analfabeto de nuestros paisanos. Tres mil años de griego, latín, árabe y castellano respaldan el asunto. Lo que, se mire por donde se mire, es un respaldo lingüístico de cojones.

Arturo Pérez-Reverte
26 de abril de 1998

https://arturoperez-reverte.blogspot.com/2010/02/cuestion-de-cojones.html
https://www.youtube.com/watch?v=NIRFFn-rybY

7 agosto, 2022

Enderezar y recortar fotos con Photoshop

Filed under: La fosa común — ummo @ 6:25
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Pasos:
-Busca un zoom adecuado que permita ver una zona amplia que sea recta, vertical u horizontal.
-Selecciona la herramienta Regla, situada bajo el botón Cuentagotas en la barra de herramientas lateral.
-Traza un línea recta marcando un punto y arrastrando, que servirá de guía para el ángulo que se ha de enderezar.
-Ahora haz zoom para ver con más detalle los dos puntos de la línea y ajustarlos exactamente en el lugar de referencia. Puedes seleccionar la herramienta Zoom o mediante los atajos de teclado, y con las barras de desplazamiento vertical y horizontal, para una mejor exactitud. Cuando vuelvas a seleccionar la Regla la línea seguirá ahí.
-Una vez la línea en su sitio ve al menú Imagen – Rotación de imagen – Arbitraria… y acepta el ángulo sugerido.
-La imagen rotará y se verá totalmente recta.

Recortar la imagen:
-Busca un zoom adecuado que permita ver una zona amplia.
-Selecciona la herramienta Recortar y traza un rectángulo que abarque más o menos la zona que queremos conservar.
-Haz un zoom para ver más detalle de la zona a recortar, utilizando los atajos de teclado y las barras de desplazamiento. No utilices el botón Zoom de la barra de herramientas una vez tengas un rectángulo dibujado porque la imagen será recortada al cambiar de herramienta. Utiliza sólo el teclado, salvo la letra Z, que no activa la herramienta Zoom con un rectángulo de recorte dibujado.
-Con una mejor visión, arrastra los puntos de control o las líneas que delimitan el área a recortar hasta abarcar la zona exacta y recorta la imagen.

8 julio, 2020

El manantial, de Ayn Rand

Filed under: El político — ummo @ 17:08

—La acusación ha terminado —dijo el fiscal.
El juez miró a Roark.
—Tiene la palabra la parte acusada —dijo el juez amablemente.
Roark se puso en pie.
—Señoría, no presentaré ningún testigo. Éste será mi testimonio y mi defensa.
—Preste juramento.
Roark prestó juramento. Estaba junto a los escalones del sitial de los testigos. La concurrencia lo contemplaba. Tuvieron la impresión de que no tenía probabilidades. Podían abandonar el resentimiento innominado, el sentido de inseguridad que él había despertado en la mayoría de la gente. Y de este modo, por primera vez, podían verlo como era: un hombre totalmente exento de temor.
Roark estaba en presencia de ellos como todo hombre inocente está ante la inocencia de su propio espíritu. Pero estaba, como ocurría en realidad, delante de una multitud hostil y ellos supieron, al punto, que no era posible el odio hacia él. En el relámpago de un segundo asieron la realidad de su conciencia. Cada uno se preguntaba a sí mismo: ¿necesito la aprobación de alguien?, ¿me importa?, ¿estoy atado? Y por un instante cada uno fue libre, lo bastante libre para sentir bondad hacia todo hombre.
Fue sólo un momento, el momento de silencio antes de que Roark hablara.
—Hace miles de años el hombre descubrió la forma de encender el fuego. Probablemente se quemó, al exponerse a enseñar a sus hermanos la manera de hacerlo. Se le consideró una persona perversa que había tenido tratos con el demonio para aterrorizar a la humanidad. Pero, desde entonces, los hombres han encendido el fuego para calentarse, para cocer sus alimentos, para iluminar sus cuevas. Les había dejado un don que ellos no habían concebido y había alejado la oscuridad de la tierra. Siglos más tarde un primer hombre inventó la rueda. Probablemente sería martirizado en el aparato que había enseñado a construir a sus hermanos. Se le consideró un transgresor que se había aventurado en territorio prohibido. Pero desde entonces los hombres pueden viajar recorriendo todos los horizontes. Les dejó un don que ellos no habían concebido y abrió los caminos de la tierra. »Ese hombre, rebelde e iniciador, está en el primer capítulo de cada leyenda que la humanidad ha realizado desde sus principios. Prometeo fue encadenado a una roca y allí devorado por los buitres, porque había robado el fuego a los dioses. Adán fue condenado al sufrimiento porque comió del fruto del árbol de la ciencia. Cualquiera que sea la leyenda, donde quiera que estén las sombras de su memoria, la humanidad ha sabido que su gloria ha comenzado con uno de esos hombres y que éste pagó muy cara su valentía. »A través de los siglos ha habido hombres que han dado pasos en caminos nuevos sin más armas que su propia visión. Sus fines serán diferentes, pero todos ellos tenían esto en común: el paso inicial, el camino nuevo, la visión propia y la respuesta que recibían: odio. Los grandes creadores, los pensadores, los artistas, los hombres de ciencia, los inventores han estado solos contra los hombres de su época. Todo pensamiento nuevo ha constituido una oposición. El telar mecánico fue considerado un mal. A la anestesia se la consideró un pecado. Pero los hombres de visión propia continuaron adelante. Lucharon, sufrieron y pagaron su grandeza, pero vencieron.
«Ningún creador ha sido impulsado por el deseo de servir a sus hermanos, porque sus hermanos rechazaban el don que les ofrecía y ese don destruía la rutina perezosa de sus vidas. Su verdad fue el único móvil. Su propia verdad y su propio trabajo para realizarlo a su propio modo. Una sinfonía, un libro, Una máquina, una filosofía, un aeroplano o un edificio; eso era para él su meta y su vida. No eran aquellos que escuchaban, leían, trabajaban, creían, volaban o habitaban lo que él creaba. Le interesaba la creación, no sus consumidores. La creación que daba forma a su verdad. Él mantenía su verdad en contra de todo y en contra de todos… »Su visión, su fuerza, su valor, procedían de su propio espíritu. El espíritu del hombre es, sin embargo, su propio ser. Esa entidad que constituye su conciencia. Pensar, sentir, juzgar, obrar son funciones del yo. »Los creadores no eran altruistas. Era el secreto total de su poder, la propia seguridad, el propio motivo, su propio engendro. La causa primera, la fuente de energía, la fuerza vital, el Primer Motor. El creador no sirve a nada ni a nadie. Vive para sí mismo. »Y solamente viviendo para sí mismo ha sido capaz de realizar esas cosas que son la gloria del género humano. »El hombre sólo puede sobrevivir por su mente. Llega desarmado a la tierra. Su cerebro es su única arma. Los animales obtienen el alimento por medio de la fuerza muscular. Él debe plantar su alimento o cazarlo. Para cultivar las plantas necesita un proceso de su pensamiento. Para cazar, necesita armas y el hacer armas constituye un proceso del pensamiento. Desde la necesidad más simple hasta la abstracción religiosa más alta, desde la rueda hasta el rascacielos, todo lo que somos y todo lo que tenemos procede de un solo atributo del hombre: la función de su mente. »Pero la mente es un atributo del individuo. No existe una cosa tal como un cerebro colectivo. No hay una cosa tal como el pensamiento colectivo. Un acuerdo realizado por un grupo de hombres es sólo un compromiso o un promedio extraído de muchos pensamientos individuales. Es una consecuencia secundaria. El acto primario, el proceso de la razón debe ser ejecutado por cada hombre solo. Podemos dividir una comida entre muchos hombres, pero no podemos digerirla con un estómago colectivo. Ningún hombre puede usar sus pulmones para respirar por otro hombre. Ningún hombre puede usar su cerebro para pensar por otro. Todas las funciones del cuerpo y del espíritu son privativas. No pueden ser compartidas ni transferidas. »Hemos heredado los productos del pensamiento de otros hombres. Hemos heredado la rueda. Hicimos un carro. El carro se transformó en automóvil. El automóvil ha llegado a ser aeroplano. Pero todo el proceso que recibimos de otros es el producto terminal de sus pensamientos. La fuerza en movimiento es la facultad creadora que toma ese producto como un material, lo usa y permite dar un paso hacía delante. Esta facultad creadora no se puede dar o recibir, participar o conceder en préstamo. Pertenece al hombre solo, al individuo. Lo que él crea es propiedad de su creador. Los hombres aprenden el uno del otro, pero todo estudio es solamente intercambio de material. Ningún hombre puede darle a otro su capacidad de pensar. Sin embargo, esa capacidad es nuestro único medio de sobrevivir. »Nada le ha sido dado al hombre sobre la tierra. Todo lo que él necesita lo tiene que producir. Y aquí el hombre afronta su alternativa fundamental; puede sobrevivir de una forma u otra; por el trabajo independiente de su propia mente o como un parásito alimentado por la mente de otro. El creador produce, el parásito toma en préstamo. »El interés del creador es la conquista de la naturaleza. El interés del parásito es la conquista del hombre. Su fin esencial está en sí mismo. El parásito vive de segunda mano. Necesita de los demás. Los demás llegan a ser su móvil esencial. »La necesidad básica del creador es la independencia. La mente que razona no puede vivir bajo ninguna forma de compulsión. No puede ser reprimida, sacrificada, subordinada a ninguna consideración, cualquiera que sea. Exige una independencia total en su función y en su móvil. Para un creador todas las relaciones con los hombres son secundarias. »La necesidad básica del que necesita de otro es asegurarse los vínculos con los hombres para poder nutrirse. Coloca ante todo las relaciones. Declara que el hombre existe para servir a los otros. Predica altruismo. »El altruismo es la doctrina que exige que el hombre viva para los demás y coloque a los otros sobre sí mismo.
«Ningún hombre puede vivir para los otros. No puede compartir su espíritu como no puede compartir su cuerpo. Pero el que necesita de otro se vale del altruismo como una arma de explotación e invierte la base de los principios morales del género humano. Se les ha enseñado a los hombres los preceptos para destruir al creador y se les ha enseñado la dependencia como virtud. »El hombre que intenta vivir para los demás es un dependiente. Es un parásito en el móvil y hace parásitos a los demás a quienes sirve. La relación no produce más que corrupción. Es absurda como concepto. Lo que más se aproxima a ello en larealidad —el hombre que vive para servir a los otros— es el esclavo. Si la esclavitud es físicamente repulsiva, ¿cuánto más repulsivo no será el concepto de la servidumbre del espíritu? El esclavo conquistado tiene un vestigio de honor, tiene el mérito de haber resistido y el de considerar que su condición es mala. Pero el hombre que voluntariamente se esclaviza es la más baja de las criaturas. Degrada la dignidad del hombre. Ésta es la esencia del altruismo. »Los hombres han aprendido que la virtud más alta no es realizar, sino dar. Sin embargo, no se puede dar lo que no ha sido creado. La creación es anterior a la distribución, pues, de lo contrario, no habría nada que distribuir. La necesidad de un creador es previa a la de un beneficiario. Sin embargo, se nos ha enseñado a admirar al imitador, que otorga dones que él no ha producido. Elogiamos un acto de caridad y nos encogemos ante un acto creador. »A los hombres se les ha enseñado que su primera preocupación debe consistir en aliviar el sufrimiento de los demás. Pero el sufrimiento es una enfermedad. Si uno tiene ocasión debe tratar de dar consuelo y asistencia, pero hacer de eso el más alto testimonio de virtud es considerar el sufrimiento como lo más importante de la vida. Entonces el hombre desea ver sufrir a los demás para poder ser virtuoso. Tal es la naturaleza del altruismo. Un creador no tiene interés en la enfermedad, sino en la vida. Sin embargo, la obra de los creadores ha eliminado una enfermedad tras otra, en el cuerpo y en el espíritu del hombre, y ha producido más alivio para el sufrimiento que lo que cualquier altruista pudo nunca concebir. A los hombres se les ha enseñado que estar de acuerdo con los otros es una virtud. Mas el creador es un hombre que disiente. »A los hombres se les ha enseñado que nadar con la corriente es una virtud. Pero el creador es el hombre que nada contra la corriente. A los hombres se les ha enseñado que estar juntos constituye una virtud. Pero el creador es el hombre que está solo. »A los hombres se les ha enseñado que el ego es el sinónimo del mal y el altruismo es el ideal de la virtud. Pero el creador es un egoísta en sentido absoluto y el hombre altruista es aquel que no piensa, no siente, no juzga, no construye. »La elección no debe ser el sacrificio de uno mismo o la dominación. La elección es independencia o dependencia. El código del creador o el código del imitador. Éste es el problema básico. El código del creador está construido sobre las necesidades de la mente que razona y que permite al hombre sobrevivir. Todo lo que procede del ego independiente es bueno. Todo lo que procede de la dependencia de unos respecto a los otros es malo. »Es el egoísta, en sentido absoluto, el hombre que se sacrifica por los demás. Es el hombre que no tiene necesidad de depender de los demás. No obra por medio de ellos. No está interesado por ellos en ninguna cuestión fundamental. Ni en su objeto ni en su móvil ni en su pensamiento ni en su deseo ni en la fuente de su energía. No existe para ningún otro hombre y no le pide a ningún otro hombre que exista para él. »Ésta es la única forma de fraternidad y de respeto mutuo posible entre los seres humanos. La independencia es la regla para medir la virtud y el valor humanos. Lo que el hombre es y hace de sí mismo y no lo que haya o no hecho por intermedio de otros.
No hay sustitutos para la dignidad personal. No hay ninguna norma de dignidad personal, salvo la independencia. »En todas las relaciones propias no hay sacrificio de nadie para nadie. Un arquitecto necesita clientes, pero no subordina su obra a los deseos de ellos. Lo necesitan, pero no le ordenan una casa por el hecho de darle un trabajo. Los hombres cambian su trabajo por su libertad con mutuo sentimiento y con ventaja mutua cuando sus intereses personales coinciden y ambos desean el intercambio. Si no lo desean, no están obligados a tratar el uno con el otro. Buscan algo más. Es la única forma posible de relación entre iguales. Cualquier otra es una relación de esclavo a amo, de víctima a verdugo.
Ningún trabajo se hace colectivamente por decisión de una mayoría. Todo trabajo creador se realiza bajo la guía de un solo pensamiento individual. Un arquitecto necesita muchos hombres para levantar un edificio, pero no les pide que le den el voto sobre su proyecto. Trabajan juntos por libre acuerdo y cada uno es libre en su función propia. El arquitecto emplea, acero, vidrio, hormigón que otros han producido, pero, esos materiales siguen siendo acero, vidrio, hormigón hasta que él los emplea. Después, lo que hace con ellos es un producto individual y es su propia individualidad. Ésta es la única forma de cooperación entre los hombres. »El primer derecho que se tiene en el mundo es el derecho al yo. El primer deber del hombre lo tiene consigo mismo. Su ley moral no consiste en colocar su fin principal en los demás. Un hombre piensa y trabaja solo. Un hombre no puede robar, explotar, gobernar… solo. »El robo, la explotación y el gobierno presuponen la existencia de víctimas. Implica dependencia. »Los que gobiernan a los hombres no son egoístas. No crean nada. Existen, enteramente, por las personas de los demás. Su fin está en sus súbditos, en la actividad de esclavizar. Son dependientes como el mendigo y el bandido. La forma de dependencia carece de importancia. »Pero a los hombres se les ha enseñado a mirar a los imitadores y a los tiranos, emperadores, dictadores, como exponentes del egoísmo. Mediante este fraude han hecho destruir el yo, el de ellos mismos y el de los demás. El propósito del fraude fue destruir a los creadores. O someterlos, que es sinónimo. Desde el principio de la Historia, los dos antagonistas han estado frente a frente: el creador y el imitador. Cuando el primer creador inventó la rueda, el otro le contestó inventando el altruismo. »El creador, negado, combatido, perseguido, explotado, continuó, marchó adelante y condujo consigo a toda la humanidad con su energía. El hombre que obra de segunda mano no contribuyó con nada al proceso, si se exceptúan las obstrucciones. La contienda tiene otro nombre: lo individual contra lo colectivo. El «bien común» de lo colectivo, raza, clase, estado, ha sido la pretensión y la justificación de toda tiranía que se haya establecido en la tierra. Los mayores errores de la Historia han sido cometidos en nombre de móviles altruistas. ¿Alguna vez han igualado los actos del egoísmo a todas las carnicerías perpetradas por los discípulos del altruismo? El defecto reside en la hipocresía del hombre o en la naturaleza del principio. »Los carniceros más temibles han sido los más sinceros. Creían que la sociedad perfecta sería alcanzada por medio de la guillotina y el pelotón de fusilamiento. Nadie discutió el derecho a asesinar desde el momento que asesinaban con un propósito altruista. Se aceptó que el hombre debe sacrificarse por los demás hombres. Cambian los actores, pero el curso de la tragedia se mantiene idéntico. El humanitarista que empieza con declaraciones de amor por el género humano termina con un mar de sangre. Continúa y continuará mientras se crea que una acción es buena si no es egoísta. Esto permite actuar al altruista y obliga a su víctima a soportarlo. Los líderes de los movimientos colectivos no piden para ellos mismos, pero es menester observar los resultados. »Se trata de un antiguo conflicto. Los hombres se han acercado a la verdad, pero ésta ha sido destruida de vez en cuando y una civilización cae después de la otra. La civilización es el progreso hacia una sociedad de aislamiento. Toda la existencia del salvaje es pública, regida por las leyes de la tribu. La civilización consiste en un proceso que permita que el hombre esté libre de los hombres. Ahora, en nuestra época, el colectivismo, la norma del hombre subordinado y del hombre de segunda clase ha libertado el antiguo monstruo y ataca a diestro y siniestro. Ha conducido al hombre a un nivel de indecencia intelectual nunca igualado sobre la tierra. Ha alcanzado una proporción de horror sin precedentes. Ha envenenado a todos los espíritus. Se ha tragado a la mayor parte de Europa, se está engullendo nuestro país. »Yo soy arquitecto. Y sé dónde se va a llegar de acuerdo con el principio sobre el cual está edificado. Nos acercamos a un mundo en el cual no podré vivir, ahora saben por qué he destruido Cortland. »Yo lo diseñé. Se lo di a ustedes. Yo lo destruí » Lo destruí porque preferí que no existiera. Era un doble monstruo, por el aspecto y por lo que implicaba. Tenía que destruir a ambos. El aspecto fue mutilado por los «segunda mano» que se arrogaron el derecho de mejorar lo que no habían hecho y lo que no podían igualar. Se les permitió que obraran por la deducción general de que el propósito altruista del edificio eliminaba todos los derechos y que yo no podría efectuar ninguna reclamación.
«Convine en hacer el proyecto para Cortland con el propósito de verlo construido conforme a mi diseño y sin ninguna otra razón. Ése fue el precio que puse por mi trabajo, y no se me pagó. »No censuro a Peter Keating. Él ha sido impotente. Tenía un contrato con sus superiores. »De ese contrato se hizo caso omiso. Le habían hecho la promesa de que la construcción sería edificada conforme estaba en el proyecto. La promesa fue rota. El amor que un hombre tiene por la integridad de su trabajo y por su derecho a preservarlo es considerado como algo sin consistencia y sin importancia. Ustedes se lo han oído decir al fiscal. ¿Por qué fue desfigurado el edificio? Por ninguna razón. Tales actos carecen siempre de razón, a menos que se trate de la vanidad de un «segunda mano» que se siente con derecho a la propiedad, espiritual o material, de otro. ¿Quién les permitió que lo hicieran? Ninguna persona en particular, entre la docena de los que tenían autoridad en ese asunto. Nadie se preocupó de autorizarlo ni de impedirlo. Nadie fue responsable. Nadie puede ser tenido en cuenta. Tal es la naturaleza de todas las acciones colectivas. »No recibí el pago que pedí. Pero los propietarios de Cortland obtuvieron de mí lo que necesitaban. Querían que se hiciera un esquema para edificar un conjunto de viviendas tan baratas como fuera posible. No encontraron otro que lo pudiera hacer a satisfacción. Yo pude y lo hice. Se beneficiaron de mi trabajo y me hicieron contribuir con él como si fuera un regalo. Pero yo no soy altruista. No contribuyo con regalos de esa naturaleza. »Se dice que yo he destruido el hogar del desamparado. Se han olvidado de decir que si no hubiese sido por mí el desamparado no hubiera podido tener ese hogar especial. Los que se interesaban por los pobres tuvieron que acudir a mí, que nunca me había interesado por ayudar a los pobres. Se creyó que la pobreza de los futuros ocupantes les daba derechos sobre mi trabajo. Que lo que ellos necesitaban constituía un derecho sobre mí. Era mi deber contribuir con lo que ellos me pedían. Ése es el credo del «segunda mano» que ahora se está engullendo al mundo.»He venido aquí para manifestar que no reconozco a nadie derecho alguno sobre un minuto de mi vida. Ni sobre una parte de mi energía. Ni sobre ninguna obra mía. Ni me interesa quién haga la petición, o cuál sea el número, o cuan grande sea la necesidad que ellos tengan. He querido venir aquí para decir que soy un hombre que no existe para los otros. »He querido venir aquí para manifestar que la integridad del trabajo creador de un hombre tiene mayor importancia que cualquier esfuerzo caritativo. Aquellos de ustedes que no comprendan esto forman parte de los hombres que están destruyendo el mundo.»No reconozco obligaciones hacia los hombres, excepto una: respetar su libertad y no formar parte de una sociedad esclava. A mi país quiero darle los diez años que pasaré en la cárcel. Los pasaré recordando con gratitud todo lo que mi país ha sido. A cada creador destruido en cuerpo y en espíritu. A Henry Cameron. A Steven Mallory. A un hombre que no necesita ser nombrado, pero que está sentado en esta sala y sabe que de él estoy hablando.

6 julio, 2020

Por qué soy liberal

Filed under: El político,Sexo, mentiras y cintas de vídeo — ummo @ 21:54

«La mente es un atributo del individuo, es inconcebible que exista un cerebro colectivo. El hombre que piensa debe pensar y actuar por sí solo, la mente razonadora no puede funcionar bajo ninguna forma de coacción, no puede estar subordinada a las necesidades, opiniones o deseos de los demás. No puede ser objeto de sacrificio.
El creador se mantiene firme en sus convicciones, el parásito sigue las opiniones de los demás; el creador piensa, el parásito copia; el creador produce, el parásito saquea; el interés del creador es la conquista de la naturaleza, el interés del parásito es la conquista del hombre; el creador requiere independencia, ni sirve ni gobierna, trata a los hombres con intercambio libre y elección voluntaria, el parásito busca poder, desea atar a todos los hombres para que actúen juntos y se esclavicen, el parásito afirma que el hombre es sólo una herramienta para ser utilizada, que ha de pensar como sus semejantes y actuar como ellos, y vivir la servidumbre de la necesidad colectiva prescindiendo de la suya.»

» He venido aquí a decir que no reconozco que nadie tenga derecho a un minuto de mi vida, ni a ninguna parte de mi energía, ni a cualquier logro mío sin importar quién lo reclame.»

Gary Cooper
El manantial (King Vidor, 1949)

28 junio, 2020

Deberes para el verano

Filed under: Historias para no dormir,La fosa común — ummo @ 18:49

El profesor de instituto Cesare Catà, que enseña en un pequeño pueblo del noreste de Italia, se ha convertido en el maestro más idolatrado de las redes sociales tras dar a sus alumnos un muy particular lista de deberes. Lejos de ponerles pesadas tareas relacionadas con las materias estudiadas en el curso anterior o de preparación del siguiente, Catà, de 33 años, les ha animado a disfrutar del verano en una lista con 15 puntos.

Al más puro estilo del profesor Keating de la película El club de los poetas muertos, Catà recurre a unos métodos de enseñanza muy poco ortodoxos para alentar a sus alumnos a tener vidas extraordinarias.

La lista de «Deberes del verano 2015», traducida del italiano, es la siguiente:

1. Por la mañana, de vez en cuando, camina solo por la orilla del mar. Mira cómo el sol se refleja en el agua, pensando en las cosas que más te gustan en la vida y siéntete feliz.

2. Intenta usar todas las palabras nuevas que has aprendido este año: podrás decir más cosas, podrás pensar más cosas y, cuanto más pienses, más libre te sentirás.

3. Lee lo máximo posible. No porque tengas que hacerlo. Lee porque el verano te inspira aventuras y sueños. Leyendo, te sentirás como los pájaros volando. Lee porque es la mejor forma de rebelión.

4. Evita todas las cosas, situaciones y personas que te hagan sentir negativo y vacío. Busca situaciones estimulantes y amigos que te aprecian y te entienden por ser quien eres.

5. Si te sientes triste o asustado, no te preocupes. El verano, como todas las grandes cosas, trastorna el alma. Intenta escribir un diario donde puedas escribir sobre tus sentimientos (y en septiembre, si quieres, lo leeremos juntos).

6. Baila; sin sentirte avergonzado. En la calle cerca de tu casa o en tu habitación. El verano es un baile. Sería una vergüenza no formar parte de él.

7. Al menos una vez, tienes que ver amanecer. Estar ahí en silencio y respirar. Cierra los ojos, agradecido.

8. Practica mucho deporte.

9. Si encuentras una persona que te gusta mucho, díselo con toda la sinceridad y la gracia de la que seas capaz. No pasa nada tanto si lo entiende como si no. Si no es recíproco, entonces no estaba previsto que él/ella formase parte de tu destino. De lo contrario, el verano 2015 es la gran oportunidad para caminar juntos (y si no funciona, vuelve al punto 8).

10. Recuerda lo que has aprendido en la escuela y consulta tus apuntes.

11. Sé feliz como el sol, indomable como el mar.

12. No digas palabrotas. Sé siempre educadísimo y gentil.

13. Disfruta de películas con diálogos emotivos, sobre todo en inglés. Esto te ayudará a mejorar tus habilidades lingüísticas y tus oportunidades de soñar. No dejes que la película acabe con los créditos. Vive la experiencia todo el verano.

14. Durante el día o la noche, sueña con cómo puede ser tu vida. Durante el verano, reúne fuerzas para no rendirte y haz todo lo que puedas para perseguir ese sueño.

15. Sé bueno.

24 junio, 2020

LA AUTODESTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD

Filed under: La fosa común — ummo @ 21:23

LA AUTODESTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD


José María Rotellar
22/06/2020 19:56

La sociedad en su conjunto -nacional e internacional- parece haber iniciado un camino que puede llevarle a la autodestrucción, ya que todos los cimientos sobre los que se ha de levantar y sostener una sociedad parece que se resquebrajan por momentos, al haber comenzado un proceso de ataque y destrucción de dichos cimientos en todos los órdenes.

El buenismo y el lenguaje de lo políticamente correcto se ha instalado en las sociedades de manera clara, quién sabe si definitiva, imponiendo una dictadura creciente, de manera silenciosa, escondida, pero imparable, que está invadiendo el pensamiento de cada persona y que impulsa una manera de actuar que debilita a la propia sociedad.

La historia se desdeña, se enjuicia siglos después o se destruye. Si hace casi veinte años nos escandalizábamos -con razón- cuando los talibanes demolían las estatuas de los budas de Bamiyán, hoy gran parte de la sociedad asiste callada ante el derribo o retirada de estatuas de Colón, Isabel la Católica, Juan de Oñate, Pedro de Valdivía y pintadas a otras de Cervantes o Churchill. Otra parte de la sociedad no sólo calla, sino que comprende y apoya dicha actitud bárbara e ignorante. Nada tiene que ver con el racismo -inexistente en su generalidad en los países desarrollados y, por supuesto, perseguible y a erradicar donde todavía exista- sino con el aprovechamiento de una desgracia acontecida para que todos los antisistema quemen las calles y trasladen su barbarie a lo largo de todo el mundo.

Lo políticamente correcto siempre maneja a su antojo cualquier desgracia para tratar de emplearla en su beneficio, aunque en la mayoría de los casos no le importe nada esa causa, sino la suya propia: destruir los valores que tiene la sociedad occidental, que son los que han permitido que hayamos disfrutado -y que todavía disfrutemos- de un mundo desarrollado y civilizado.

Los antisistema quieren tumbar el sistema capitalista, envolviendo todo de una retórica almibarada, donde el planteamiento de su posición hace casi imposible sostener la posición contraria, pues no muestran la realidad de lo que hay debajo, sino sólo un escaparate con unas afirmaciones grandilocuentes contra las que sin poder ahondar es difícil aparecer en contra. Hace muchos años, Chicho Ibáñez Serrador dirigió una fantástica y terrible película titulada “¿Quién puede matar a un niño?”. La respuesta obvia es nadie, o sólo un criminal desalmado. Sin embargo, la trama de la película mostraba a unos niños asesinos que mataban a todo el que llegaba a una isla. Si profundizamos en lo que subyace en cada situación, por tanto, la cosa puede cambiar, pero el buenismo trata de impedirlo, sólo quiere quedarse en la superficie para que no se le pueda rebatir.

Ahora nos enfrentamos a preguntas cómo quién no quiere que todo el mundo tenga unos ingresos, quién no quiere que toda persona acceda a una vivienda o quién no quiere que nadie pase hambre. Es obvio que todas las personas desean que nadie pase calamidades, pero la izquierda y los antisistema lo retuercen al plantearlo sólo así, pues lo lógico es que nadie tenga carestías, pero desde la articulación de una sociedad próspera, en la que todas las personas puedan realizarse personal y profesionalmente, no desde una sociedad subsidiada, adormecida, a la que se le extirpa toda posibilidad de desarrollo, y bajo el espíritu de que las personas se valgan por ellas mismas, con ayudas transitorias para momentos concretos en los que una persona se encuentre en desempleo. Sin embargo, si esto se defiende, lo políticamente correcto tilda de insolidario a quien lo diga y es civilmente apaleado.

La sociedad a la que vamos, que se autodestruirá si mantiene ese camino, es una en la que el buenismo trata de imponer los siguientes postulados:

  1. Una renta permanente creciente, que desincentivará el trabajo e impulsará la economía sumergida, creando bolsas de voto cautico y lastrando el desarrollo y la prosperidad de la sociedad, además de quebrar el saldo presupuestario y hacer insostenible la deuda.
  2. Gratuidad total de los servicios públicos, extendiendo los mismos a toda necesidad, que generará un gasto insostenible en el medio plazo.
  3. Aumento del gasto sanitario al menos del 2% anual en media, si es que no es el 5%, imposible de mantener. No se puede tener un sistema con recursos ociosos esperando por si viene una enfermedad, sino reaccionar pronto cuando se atisba dicha enfermedad. No han fallado los recursos, sino la ausencia de actuación temprana.
  4. Medicalización completa de todas las residencias, cuando la solución no es convertirlas en hospitales, sino que puedan atender a dichas personas con total normalidad en los hospitales y de manera ágil.
  5. Incremento de colegios públicos, por reducción a quince alumnos por aula, que genera un modelo educativo insostenible económicamente.
  6. Paga a jóvenes para emanciparse, que tensará el gasto y desincentivará el esfuerzo por conseguir un objetivo.
  7. Precios máximos en alquileres y en el mercado de la vivienda, que reducirá la oferta y encarecerá, además, los precios en las zonas más baratas que ahora se encuentren por debajo de ese precio máximo, perjudicando tanto a tenedores de vivienda como a los más débiles que necesiten alquilar una casa para vivir.
  8. Salario mínimo creciente, que provocará un aumento del desempleo y de la economía sumergida.
  9. Proteccionismo como excusa ante la crisis. Empobrecerá a la sociedad, incrementará los precios de los productos y disminuirá tanto la competencia como la capacidad de elegir, al reducirse el número de productos a los que se puede acceder.
  10. Impulso medioambiental con grandes recursos de dinero no para mejorar el medioambiente, sino para hacer política ecologista de izquierdas, que nada tiene que ver ni con proteger el medioambiente ni con la prosperidad.
  11. Persecución de la industria de la automoción, que acabará con cientos de miles de puestos de trabajo.
  12. Persecución del turismo, que hará que todas las personas tengan una visión mucho más estrecha del mundo, matará a un sector económico esencial y provocará elevado paro.
  13. Control de medios de comunicación, que expandirán una doctrina oficial que no se aparte de lo políticamente correcto, envuelto, en muchas ocasiones, en formas sensibles con las que esconder el verdadero propósito de control de voluntades.
  14. Incremento de la subvención al transporte público y persecución del transporte privado, que mermará la libertad de elección e incrementará el gasto público.
  15. Impuestos confiscatorios con los que tratar de recaudar para todo el incremento de gasto provocado por el conjunto de medidas anteriormente citadas, que no conseguirá su propósito pues por mucho que se eleven los tipos impositivos, si tenemos una sociedad empobrecida la recaudación caerá, no aumentará.

En España, coinciden los anhelos anteriores con el intento de una parte de los políticos por cambiar nuestro régimen constitucional y convertir a España en una república, que algunos desearían que fuese de corte bolivariano.

Como no se remedie, es el escenario que tendremos de aquí a medio plazo, no de hoy para mañana, pero sí antes de lo que pensamos. No sé si eso es lo que se llama “nueva normalidad”, pero desde luego sí que sabemos que algunos pueden tratar de aprovechar la desgracia ocasionada por el coronavirus para cambiar nuestra forma de vivir, pensar y trabajar.

Ello destruiría la sociedad de libertad y prosperidad que hemos conocido y la convertiría en un guiñapo manejable, en una pseudodemocracia, una democracia aparente pero inexistente en la realidad, todo a golpe de tweet, pues parece que la sociedad buenista sólo contempla expresar todo en 140 caracteres (o 280 tras la ampliación que hubo), un espacio que no permite ni profundidad ni matices, porque no interesa; que sólo busca el momento, pues a los cinco minutos ese tema ya es obsoleto, que adormece a la sociedad mientras ésta aplaude lo que le digan que aplauda. Un espacio que busca abrir cadenas solidarias, buenistas y comprometidas para que las personas se sientan bien, aunque todo no sea más que una farsa, mientras el mundo que hemos conocido se viene abajo, al estar dispuestos, mientras tanto, a entregar nuestra capacidad de pensamiento y libertad y nuestra prosperidad.

Cuando queramos darnos cuenta, habremos sufrido un retroceso en libertad y en prosperidad, sin poder expresar opiniones que se aparten de lo establecido y con una deuda inasumible, que provocará que no sólo no mejoren los servicios públicos, sino que no se puedan mantener, con lo que tendremos deuda y no tendremos servicios, mientras nuestra libertad de opinión, expresión y disentimiento es encerrada por la doctrina buenista. Un espanto.

13 junio, 2020

Buenas y malas razones para creer

Filed under: Los 10 mandamientos — ummo @ 13:15

Querida Iraia:

Ahora que has cumplido 9 años, quiero escribirte acerca de una cosa que para mí es muy importante. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sabemos las cosas que sabemos? ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que las estrellas que parecen pequeños alfilerazos en el cielo, son en realidad gigantescas bolas de fuego como el Sol, pero que están muy lejanas? ¿Y cómo sabemos que la Tierra es una bola más pequeña, que gira alrededor de esas estrellas, el Sol?

La respuesta a esas preguntas es «por la evidencia». A veces, «evidencia» significa literalmente ver (u oír, palpar, oler) que una cosa es cierta. Los astronautas se han alejado de la Tierra lo suficiente como para ver con sus propios ojos que es redonda. Otras veces, nuestros ojos necesitan ayuda. El «lucero del alba» parece un brillante centelleo en el cielo, pero con un telescopio podemos ver que se trata de una hermosa esfera: el planeta que llamamos Venus. Lo que aprendemos viéndolo directamente (u oyéndolo, palpándolo, etc.) se llama «observación».

Muchas veces, la evidencia no sólo es pura observación, pero siempre se basa en la observación. Cuando se ha cometido un asesinato, es corriente que nadie lo haya observado (excepto el asesino y la persona asesinada). Pero los investigadores pueden reunir otras muchas observaciones, que en un conjunto señalen a un sospechoso concreto. Si las huellas dactilares de una persona coinciden con las encontradas en el puñal, eso demuestra que dicha persona lo tocó. No demuestra que cometiera el asesinato, pero además pueda ayudar a demostrarlo si existen otras muchas evidencias que apunten a la misma persona. A veces, un detective se pone a pensar en un montón de observaciones y de repente se da cuenta de que todas encajan en su sitio y cobran sentido si suponemos que fue Fulano el que cometió el asesinato.

Los científicos -especialistas en descubrir lo que es cierto en el mundo y el Universo- trabajan muchas veces como detectives. Hacen una suposición (ellos la llaman hipótesis) de lo que podría ser cierto. Y a continuación se dicen: si esto fuera verdaderamente así, deberíamos observar tal y cual cosa. A esto se llama «predicción». Por ejemplo, si el mundo fuera verdaderamente redondo, podríamos predecir que un viajero que avance siempre en la misma dirección acabará por llegar al mismo punto del que partió. Cuando el médico dice que tienes sarampión, no es que te haya mirado y haya visto el sarampión. Su primera mirada le proporciona una hipótesis: podrías tener sarampión. Entonces, va y se dice: «Si de verdad tiene el sarampión, debería ver…» y empieza a repasar toda su lista de predicciones, comprobándolas con los ojos (¿tienes manchas?), con las manos (¿tienes caliente la frente?) y con los oídos (¿te suena el pecho como suena cuando se tiene el sarampión?). Sólo entonces se decide a declarar «Diagnostico que la niña tiene sarampión». A veces, los médicos necesitan realizar otras pruebas, como análisis de sangre o rayos X, para complementar las observaciones hechas con sus ojos, manos y oídos.

La manera en que los científicos utilizan la evidencia para aprender cosas del mundo es tan ingeniosa y complicada que no te la puedo explicar en una carta tan breve. Pero dejemos por ahora la evidencia, que es una buena razón para creer algo, porque quiero advertirte en contra de tres malas razones para creer cualquier cosa: se llaman «tradición», «autoridad» y «revelación».

Empecemos por la tradición. Hace unos meses estuve en televisión, charlando con unos 50 niños. Estos niños invitados habían sido educados en diferentes religiones: había cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, sijs… El presentador iba con el micrófono de niño en niño, preguntándoles lo que creían. Lo que los niños decían demuestra exactamente lo que yo entiendo por «tradición». Sus creencias no tenían nada que ver con la evidencia. Se limitaban a repetir las creencias de sus padres y de sus abuelos, que tampoco estaban basadas en ninguna evidencia. Decían cosas como «los hindúes creemos tal y cual cosa», «los musulmanes creemos esto y lo otro», «los cristianos creemos otra cosa diferente».

Como es lógico, dado que cada uno creía cosas diferentes, era imposible que todos tuvieran razón. Por lo visto, al hombre del micrófono esto le parecía muy bien, y ni siquiera los animó a discutir sus diferencias. Pero no es esto lo que me interesa de momento. Lo que quiero es preguntar de dónde habían salido sus creencias. Habían salido de la tradición. La tradición es la trasmisión de creencias de los abuelos a los padres, de los padres a los hijos, y así sucesivamente. O mediante libros que se siguen leyendo durante siglos. Muchas veces, las creencias tradicionales se originan casi de la nada: es posible que alguien las inventara en algún momento, como tuvo que ocurrir con las ideas de Thor y Zeus; pero cuando se han transmitido durante unos cuantos siglos, el hecho mismo de que sean muy antiguas las convierte en especiales. La gente cree ciertas cosas sólo porque mucha gente ha creído lo mismo durante siglos. Eso es la tradición.

El problema con la tradición es que, por muy antigua que sea una historia, es igual de cierta o de falsa que cuando se inventó la idea original. Si te inventas una historia que no es verdad, no se hará más verdadera porque se trasmita durante siglos, por muchos siglos que sean.

En Inglaterra, gran parte de la población ha sido bautizada en la Iglesia Anglicana, que no es más que una de las muchas ramas de la religión cristiana. Existen otras ramas, como la ortodoxa rusa, la católica romana y la metodista. Cada una cree cosas diferentes. La religión judía y la musulmana son un poco más diferentes, y también existen varias clases distintas de judíos y de musulmanes. La gente que cree una cosa está dispuesta a hacer la guerra contra los que creen cosas ligeramente distintas, de manera que se podrá pensar que tienen muy buenas razones -evidencias- para creer lo que creen. Pero lo cierto es que sus diferentes creencias se deben únicamente a diferentes tradiciones.

Vamos a hablar de una tradición concreta. Los católicos creen que María, la madre de Jesús, era tan especial que no murió, sino que fue elevada al cielo con su cuerpo físico. Otras tradiciones cristianas discrepan, diciendo que María murió como cualquier otra persona. Estas otras religiones no hablan mucho de María, ni la llaman «Reina del cielo», como hacen los católicos. La tradición que afirma que el cuerpo de María fue elevado al cielo no es muy antigua. La Biblia no dice nada de cómo o cuándo murió; de hecho, a la pobre mujer apenas se la menciona en la Biblia. Lo de que su cuerpo fue elevado a los cielos no se inventó hasta unos seis siglos después de Cristo. Al principio, no era más que un cuento inventado, como Blancanieves o cualquier otro. Pero con el paso de los siglos se fue convirtiendo en una tradición y la gente empezó a tomársela en serio, sólo porque la historia se había ido transmitiendo a lo largo de muchas generaciones. Cuanto más antigua es una tradición, más en serio se la toma la gente. Y por fin, en tiempos muy recientes, se declaró que era una creencia oficial de la Iglesia Católica: esto ocurrió en 1950, cuando yo tenía la edad que tienes tú ahora. Pero la historia no era más verídica en 1950 que cuando se inventó por primera vez, seiscientos años después de la muerte de María.

Al final de esta carta volveré a hablar de la tradición, para considerarla de una manera diferente. Pero antes tengo que hablarte de las otras dos malas razones para creer una cosa: la autoridad y la revelación.

La autoridad, como razón para creer algo, significa que hay que creer en ello porque alguien importante te dice que lo creas. En la Iglesia Católica, por ejemplo, la persona más importante es el Papa, y la gente cree que tiene que tener razón sólo porque es el Papa. En una de las ramas de la religión musulmana, las personas más importantes son unos ancianos barbudos llamados ayatolás. En nuestro país hay muchos musulmanes dispuestos a cometer asesinatos sólo porque los ayatolás de un país lejano les dicen que lo hagan.

Cuando te decía que en 1950 se dijo por fin a los católicos que tenían que creer en la asunción a los cielos del cuerpo de María, lo que quería decir es que en 1950 el Papa les dijo que tenían que creer en ello. Con eso bastaba. ¡El Papa decía que era verdad, luego tenía que ser verdad! Ahora bien, lo más probable es que, de todo lo que dijo el Papa a lo largo de su vida, algunas cosas fueron ciertas y otras no fueron ciertas. No existe ninguna razón válida para creer en todo lo que diga sólo porque es el Papa, del mismo modo que no tienes por qué creer todo lo que te diga cualquier otra persona. El Papa actual ha ordenado a sus seguidores que no limiten el número de sus hijos. Si la gente sigue su autoridad tan ciegamente como a él le gustaría, el resultado sería terrible: hambre, enfermedades y guerras provocadas por la sobrepoblación.

Por supuesto, también en la ciencia ocurre a veces que no hemos visto personalmente la evidencia, y tenemos que aceptar la palabra de alguien. Por ejemplo, yo no he visto con mis propios ojos ninguna prueba de que la luz avance a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo; sin embargo, creo en los libros que me dicen la velocidad de la luz. Esto podría parecer «autoridad» pero en realidad es mucho mejor que la autoridad, porque la gente que escribió esos libros sí que había observado la evidencia, y cualquiera puede comprobar dicha evidencia siempre que lo desee. Esto resulta muy reconfortante. Pero ni siquiera los sacerdotes se atreven a decir que exista alguna evidencia de su historia acerca de la subida a los cielos del cuerpo de María.

La tercera mala razón para creer en las cosas se llama «revelación». Si en 1950 le hubieras podido preguntar al Papa cómo sabía que el cuerpo de María había ascendido al cielo, lo más probable es que te hubiera respondido que «se le había revelado». Lo que hizo fue encerrarse en su habitación y rezar pidiendo orientación. Había pensado y pensado, siempre solo, y cada vez se sentía más convencido. Cuando las personas religiosas tienen la sensación interior de que una cosa es cierta, aunque no exista ninguna evidencia de que sea así, llaman a esa sensación «revelación». No sólo los Papas aseguran tener revelaciones. Las tienen montones de personas de todas las religiones, y es una de las principales razones por las que creen las cosas que creen. Pero ¿es una buena razón?

Supón que te digo que tu perro ha muerto. Te pondrías muy triste y probablemente me preguntarías: «¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo ha sucedido?» y supón que yo te respondo: «En realidad no sé que Pepe ha muerto. No tengo ninguna evidencia. Pero siento en mi interior la curiosa sensación de que ha muerto». Te enfadarías conmigo por haberte asustado, porque sabes que una «sensación» interior no es razón suficiente para creer que un lebrel ha muerto. Hacen falta pruebas. Todos tenemos sensaciones interiores de vez en cuando, y a veces resulta que son acertadas y otras veces no lo son. Está claro que dos personas distintas pueden tener sensaciones contrarias, de modo que ¿cómo vamos a decidir cuál de las dos acierta? La única manera de asegurarse de que un perro está muerto es verlo muerto, oír que su corazón se ha parado, o que nos lo cuente alguien que haya visto u oído alguna evidencia real de que ha muerto.

A veces, la gente dice que hay que creer en las sensaciones internas, porque si no, nunca podrás confiar en cosas como «mi mujer me ama». Pero éste es un mal argumento. Puedes encontrar abundantes pruebas de que alguien te ama. Si estás con alguien que te quiere, durante todo el día estarás viendo y oyendo pequeños fragmentos de evidencia, que se van sumando. No se trata de una pura sensación interior, como la que los sacerdotes llaman revelación. Hay datos exteriores que confirman la sensación interior: miradas en los ojos, entonaciones cariñosas en la voz, pequeños favores y amabilidades; todo eso es auténtica evidencia.

A veces, una persona siente una fuerte sensación interior de que alguien la ama sin basarse en ninguna evidencia, y en estos casos lo más probable es que esté completamente equivocada. Existen personas con una firme convicción interior de que una famosa estrella de cine las ama, aunque en realidad la estrella ni siquiera las conoce. Esta clase de personas tienen la mente enferma. Las sensaciones interiores tienen que estar respaldadas por evidencias; si no, no podemos fiarnos de ellas.

Las intuiciones resultan muy útiles en la ciencia, pero sólo para darte ideas que luego hay que poner a prueba buscando evidencias. Un científico puede tener una «corazonada» acerca de una idea que, de momento, sólo «le parece» acertada. En sí misma, esta no es una buena razón para creer nada; pero sí que puede ser razón suficiente para dedicar algún tiempo a realizar un experimento concreto o buscar pruebas de una manera concreta. Los científicos utilizan constantemente sus sensaciones interiores para sacar ideas; pero estas ideas no valen nada si no se apoyan con evidencias.

Te prometí que volveríamos a lo de la tradición, para considerarla de una manera distinta. Me gustaría intentar explicar por qué la tradición es importante para nosotros. Todos los animales están construidos (por el proceso que llamamos evolución) para sobrevivir en el lugar donde su especie vive habitualmente. Los leones están equipados para sobrevivir en las llanuras de África. Los cangrejos de río están construidos para sobrevivir en agua salada. También las personas somos animales, y estamos construidos para sobrevivir en un mundo lleno de… otras personas. La mayoría de nosotros no tienen que cazar su propia comida, como los leones y los bogavantes; se la compramos a otras personas, que a su vez se la compraron a otras. Nadamos en un «mar de gente». Lo mismo que el pez necesita branquias para sobrevivir en el agua, la gente necesita cerebros para poder tratar con otra gente. El mar de está lleno de agua salada, pero el mar de gente está lleno de cosas difíciles de aprender. Como el idioma.

Tú hablas castellano, pero tu amiga Brigi habla rumano. Cada una de vosotras habla el idioma que le permite hablar en su «mar de gente». El idioma se transmite por tradición. No existe otra manera. En Inglaterra, tu perro Pepe es «a dog». En Alemania, es «ein hund». Ninguna de estas palabras es más correcta o más verdadera que la otra. Las dos se transmiten de manera muy simple. Para poder nadar bien en su propio «mar de gente», los niños tienen que aprender el idioma de su país y otras muchas cosas acerca de su pueblo; y esto significa que tienen que absorber, como si fueran papel secante, una enorme cantidad de información tradicional (recuerda que «información tradicional» significa, simplemente, cosas que se transmiten de abuelos a padres y de padres a hijos). El cerebro del niño tiene que absorber toda esta información tradicional, y no se puede esperar que el niño seleccione la información buena y útil, como las palabras del idioma, descartando la información falsa o estúpida, como creer en brujas, en diablos y en vírgenes inmortales.

Es una pena, pero no se puede evitar que las cosas sean así. Como los niños tienen que absorber tanta información tradicional, es probable que tiendan a creer todo lo que los adultos les dicen, sea cierto o falso, tengan razón o no. Muchas cosas que los adultos les dicen son ciertas y se basan en evidencias, o, por lo menos en el sentido común. Pero si les dicen algo que sea falso, estúpido o incluso maligno, ¿cómo pueden evitar que el niño se lo crea también? ¿Y que harán esos niños cuando lleguen a adultos? Pues seguro que contárselo a los niños de la siguiente generación. Y así, en cuanto la gente ha empezado a creerse una cosa -aunque sea completamente falsa y nunca existan razones para creérsela-, se puede seguir creyendo para siempre.

¿Podría ser esto lo que ha ocurrido con las religiones? Creer en uno o varios dioses, en el cielo, en la inmortalidad de María, en que Jesús no tuvo un padre humano, en que las oraciones son atendidas, en que el vino se transforma en sangre…, ninguna de estas creencias está respaldada por pruebas auténticas. Sin embargo, millones de personas las creen, posiblemente porque se les dijo que las creyeran cuando todavía eran suficientemente pequeñas como para creerse cualquier cosa.

Otros millones de personas creen en cosas diferentes, porque se les dijo que creyesen en ellas cuando eran niños. A los niños musulmanes se les dice cosas diferentes de las que se les dicen a los niños cristianos, y ambos grupos crecen absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros se equivocan. Incluso entre los cristianos, los católicos creen cosas diferentes de las que creen los anglicanos, los episcopalianos, los shakers, los cuáqueros, los mormones o los holly rollers, y todos están absolutamente convencidos de que ellos tienen razón y los otros están equivocados. Creen cosas diferentes exactamente por las mismas razones por las que tú hablas castellano y tu amiga Brigi habla rumano. Cada uno de los dos idiomas es el idioma correcto en su país. Pero de las religiones no se puede decir que cada una de ellas sea la correcta en su propio país, porque cada religión afirma cosas diferentes y contradice a las demás. María no puede estar viva en la católica Irlanda del Sur y muerta en la protestante Irlanda del Norte.

¿Qué se puede hacer con todo esto? A ti no te va a resultar fácil hacer nada, porque sólo tienes 9 años. Pero podrías probar una cosa: la próxima vez que alguien te diga algo que parezca importante piensa para tus adentros: «¿Es esta una de esas cosas que la gente suele creer basándose en evidencias? ¿O es una de esas cosas que la gente cree por la tradición, autoridad o revelación?» Y la próxima vez que alguien te diga que una cosa es verdad, prueba a preguntarle «¿Qué pruebas existen de ello?» Y si no pueden darte una respuesta, espero que te lo pienses muy bien antes de creer una sola palabra de lo que te digan.

Te quiere,
Papá.

Esta es una versión particular adaptada. Enlaces a otras publicaciones, traducciones literales del original en inglés:
Rafael Barzanallana
profESOr de ESO
Tausiet

Versión en inglés:
Thank God for Evolution
Libro donde se publicó la carta: The Mytholgy of God: Why and how religion harms humanity

19 enero, 2020

La mentalidad de algunos políticos. Y la mía.

Filed under: El gran dictador — ummo @ 11:42

El problema de la democracia son las ideologías. Sinceramente, y esto es una simple exposición personal, he dejado de creer en ellas. Juegan para mí el mismo papel que jugaron en su momento las religiones – soy un ateo ya no convencido, sino casi militante: el de competir por el apoyo, el de evitar o directamente perseguir al oponente, el de impedir todo cuestionamiento. Las ideologías en los partidos de hoy son una forma de sostener un supuesto ideario, algo que dé soporte a una pertenencia que esclaviza a los militantes: el militante, el que «es» de un partido como quien profesa una religión, es incapaz de todo punto de cuestionarse una decisión determinada de su partido, de su líder, y llega a alambicar de modos completamente risibles sus «razonamientos» para evitarlo. Pensar que alguien pueda, efectivamente, vivir al margen de ese sistema es algo imposible: si se opone a mí, si cuestiona mis planteamientos, es que «es del otro partido».

El problema de la política española son los ciudadanos que «son» de un partido determinado. Yo jamás he «sido» de ningún partido. Ser, lo que se dice ser, soy mío, de mi mujer, de mi hija, de mis padres y de algunos amigos, de esas personas que me podrían pedir cualquier cosa, una lista muy, muy corta. ¿»Ser» de un partido? No me hagas reír. No creo en ellos. Apoyo en cada momento a aquel que creo que me resulta interesante para llegar a los fines que creo positivos […] No creo en las listas, menos aún si son cerradas, ni en los partidos que lleven por delante algo, llamado ideología, que no sea la simple transparencia, honestidad y capacidad de gestión.

El voto no se entrega, no se promete, no cabe ahí la lealtad. Es perfectamente coherente apoyar a un partido hoy y criticarlo mañana, no pasa nada, nadie te va a excomulgar. El otro día, alguien en Menéame decía, como comentario a una entrada mía, que yo no era coherente porque a veces criticaba al Partido Popular y a veces lo apoyaba. Impresionante documento: para esa persona, lo «natural», lo «coherente» es lo contrario, es decir, apoyar lo que diga el partido «sea lo que sea». Pero ese, precisamente ese, es el pensamiento del político medio, el que «es» de un partido, el que no puede, so pena de perder su escaño o su sueldo, cuestionarse nada, votar sin disciplina, ver más allá.

Se apoya puntualmente a quien te convence, a quien crees que lo hará bien por su capacidad, no por su supuesta «ideología».

Enrique Dans
La mentalidad de algunos políticos. Y la mía.

3 septiembre, 2019

El Rey León: una historia que cura

Una lección de vida sobre cómo enfrentarse a los desafíos

Es indiscutible que El Rey León es uno de los más grandes éxitos de la historia del cine. Para mí, totalmente merecido, pues la película está llena de valiosas enseñanzas para la vida.

Por eso, ahora que hace semanas que se ha estrenado una nueva adaptación (recordemos que la primera versión es del año 1994), le invito a adentrarse en su historia -incluso si ya vio el film en alguna ocasión-. Una vez que lea lo que hoy voy a contarle sobre el mensaje oculto de esta película, ¡seguro que no le faltan ganas de volver a verla!

Quizá usted ya lo sepa, pero sin duda a muchos lectores les sorprenderá saber que la historia de El Rey León se basa en la obra Hamlet, de William Shakespeare. Es decir, que es de todo menos una tonta historieta infantil. Y, de hecho, cada escena merece casi ser comentada individualmente por su significado simbólico.

Mi escena preferida es esa en la que Simba, el joven león expulsado del reino de su padre, regresa para tomar posesión de sus dominios. Y es que, en mi opinión, sintetiza de forma muy evocadora lo que le sucede a cualquier persona que, tras haberse enfrentado a las adversidades, decide por fin retomar su camino.

Simba: una víctima del “síndrome de estrés postraumático”

Siendo todavía una cría, Simba es expulsado del reino del que era heredero.

Después de que su padre, Mufasa, haya muerto, su terrible tío Scar le hace creer que es culpable de la desdicha del progenitor y le insta a huir, lo que el cachorro hace abrumado por la culpa.

En definitiva, que el heredero del reino deserta, dejando el territorio a merced el malvado tío y de unas hienas que lo devoran todo y siembran la miseria.

Pues bien, ¿no cree usted que en ciertos momentos de la vida uno puede encontrarse en una situación similar a la de Simba? Cuando por ejemplo se ve abatido por la enfermedad, la angustia o la desesperanza.

Eso es lo que hoy por hoy médicamente se conoce como “síndrome de estrés postraumático”. Paralizado por una desgracia que le sobreviene, una persona renuncia -aunque sea temporalmente- a sus sueños, a sus proyectos… y se encierra por completo en sí misma.

El riesgo de olvidar quién eres

En la película, durante su exilio Simba se hace amigo de un suricata (llamado Timón) y un jabalí (de nombre Pumba).

Son divertidos y se rigen por una filosofía muy simple que permite vivir a pesar de los traumas del pasado: el “Hakuna matata”, una expresión real del idioma suajili que significa “vive y sé feliz”; o lo que es lo mismo: “no te preocupes del ayer ni tampoco del mañana”. Un equivalente, en cierto modo, al “carpe diem” latino.

Es evidente que, en el duro momento vital en el que se halla, para el pequeño león estos dos compañeros suponen un auténtico salvavidas.

Ningún problema ha de hacerte sufrir”, cantan a coro Simba y sus nuevos amigos mientras se deleitan con larvas y chinchillas. Así consigue olvidar sus desgracias, su pasado… Pero al mismo tiempo comienza a olvidar su identidad.

Deja incluso de ser consciente de que es un león y de que hay un reino que le espera y le necesita.

En otras palabras: Simba sobrevive, pero va a la deriva. Responde a la angustia del momento jugando o comiendo, pero sin asumir el papel protagonista en su propia historia.

Y eso es exactamente lo que les sucede a muchas personas que, por avatares de la vida, se dan de bruces contra la cara más amarga de la realidad. Se sobrevive a la desgracia deambulando sin rumbo fijo y, en no mucho tiempo, la vida se vuelve soportable, pero también completamente vacía.

La llegada de Nala

Cuando Nala, una amiga de la infancia, reaparece en busca de Simba y le suplica que regrese para acabar con Scar y las hienas, el león la rechaza. “¡Eso no me incumbe! ¡Estoy bien como estoy!

Simba sufre una crisis de identidad similar a la que atraviesa cualquier adolescente en su camino hacia la madurez. Y de hecho su aspecto físico lo delata: está decaído, con la mirada triste, la melena descuidada…

Esa escena es una buena muestra de la poderosa influencia que ejerce la mente sobre el cuerpo; cuando el caos reina en la cabeza, el cuerpo está abatido y lleno de debilidad y dolor.

Tomar conciencia de la situación

En el caso de Simba hay que esperar a la visita del mono-chamán Rafiki, tras la partida de Nala, para que el león empiece a buscar respuestas a las preguntas que poco a poco se han ido instalando en su interior: quién es y cuál es su destino.

Las palabras de Rafiki (“recuerda quién eres”) son las más importantes de la película: consiguen abrir los ojos a Simba, quien por fin se reconoce como el hijo del rey. Es decir, que hay un reino que le pertenece y por el que debe luchar. La vida recupera su sentido y su fin.

Toda la escena tiene una fuerte carga de simbolismo. Y es que la situación es perfectamente equiparable a la de cualquier persona que ha dejado de comprender quién es o el lugar que ocupa en el mundo, y por ello está perdida, deprimida y errante.

Sin embargo, todos y cada uno de nosotros poseemos un “reino” propio: nuestra vida, el valiosísimo tiempo del que disponemos y un cuerpo y una mente que nos permiten trabajar y pensar, así como talentos que usar y desarrollar para dar sentido a nuestra existencia.

La persona que comprende esto se vuelve imparable, al igual que sucede con Simba (que no es más que un reflejo de todos nosotros superando las adversidades).

Pese a las desgracias, hay un “reino” que le pertenece

Ese es, en resumen, el gran mensaje de la película. Y se traduce en que, pese a las heridas, las enfermedades y los dolores del pasado, el presente siempre puede brillar, pues hay todo un “reino” que florece.

El sentido de la vida no es más que cultivar ese reino, pero para ello hay que comenzar por descubrirlo: entendiendo quiénes somos en realidad, cuáles son nuestros talentos y cuál es el destino de nuestra vida más allá de los contratiempos y los sufrimientos.

Ahora bien: es importante saber que el reino no es por fuerza bello ni próspero cuando se descubre. Más bien al contrario.

En el caso de Simba, al regresar a sus dominios encuentra todo gris y devastado. Y es lógico, puesto que no se había ocupado de él durante demasiado tiempo. Tenía incluso un usurpador ocupando su lugar: su tío Scar.

No obstante, tras un breve momento de desaliento, recupera toda su fuerza y determinación. Y es ahí cuando empieza a cambiar de apariencia: su cuerpo parece más fuerte y su melena más voluminosa, se mece al viento como hiciera la de su padre. En definitiva, que empieza a parecer un auténtico rey.

Incluso su mirada se endurece y se dirige hacia el horizonte, con cierto brillo de furia en los ojos.

Eso mismo sucede en el momento exacto en que una persona decide coger las riendas y enfrentarse a las adversidades para reconquistar su “reino”: es ayudada por una especie de “fuerza interior” mística que emana de su propio cuerpo y que le da arrojo y valor para enfrentarse a los desafíos.

Más fuerza y salud; más simpatía y respeto

Un cambio como este va mucho más allá de lo metafórico o lo psicológico. Alcanza todos los niveles.

De hecho, las sensaciones de coraje y valentía hacen que el organismo produzca serotonina, una hormona que activa la síntesis de ciertas proteínas hasta entonces “dormidas” y que provoca determinados cambios en la actitud (incluso en la expresión corporal, haciéndonos andar más erguidos, por ejemplo).

Por efecto de la serotonina ciertos genes consiguen “volver a encenderse” y el cuerpo se reactiva: mejora el funcionamiento del sistema inmunitario, los músculos ganan volumen y los huesos se vuelven más fuertes.

Pero es que, además de eso, cuando una persona decide emprender una tarea difícil y ambiciosa y “se crece” para lograrlo, por lo general empieza a despertar más simpatía y a resultar más respetable entre quienes la rodean, independientemente de que consiga lo que se propone.

Una representación de personas como usted y como yo

Como ha visto, la historia de El Rey León recoge en el fondo la historia de cada uno de nosotros.

Y por eso evoca, consciente o inconscientemente, todas las veces en las que a lo largo de la vida uno se siente abrumado pero decide afrontar su destino.

Ya sea frente a las enfermedades, a las decepciones o a las traiciones, el trayecto es similar al que realiza Simba a lo largo de toda la película.

Puede ser que durante un tiempo usted se haya distanciado del camino, de su objetivo. Puede que incluso esté pasando por esa situación ahora mismo y estas palabras le ayuden a darse cuenta de ello.

Lo que importa, al fin y al cabo, es abrir los ojos y ser consciente de que hay una vida esperando. ¡Hay que recuperarla!

Da igual lo herido o enfermo que se esté, la única salida es tomar las riendas de la situación y recuperar ese “reino” personal que es la propia existencia. Y así es como la vida recobra su sentido y la verdadera felicidad regresa: cuando la curación real, la interior, se ha producido.

Fuente.

El arte de vivir resumido en 30 frases

Hace apenas unos días la muerte del divulgador científico Eduard Punset me pilló por sorpresa, imagino que como a muchos de ustedes.

Esos días me encontraba leyendo un pequeño libro de aforismos del estadounidense Eric Rolf, maestro creador de la conocida como “medicina del alma”. Se trata de un recopilatorio de grandes frases sobre el arte de vivir, de ser felices y de tratar al prójimo como una extensión de uno mismo y de la propia vida. (1)

Me pareció una entrañable coincidencia despedir a Punset, incansable optimista en sus teorizaciones acerca del amor y la felicidad, leyendo esta “oda” a la condición humana y la alegría de vivir. Por eso he querido rescatar las que para mí son las mejores “perlas de sabiduría” que esconde la obra de Rolf y compartirlas con usted en este Tener S@lud.

Algunos abordan la aceptación, otros la culpa, otros las relaciones entre las personas y el amor, otros la salud… Y siempre desde el optimismo y la inteligencia. ¡Seguro que más de uno le saca una sonrisa!

Ahora bien, me encantaría que también le sirviesen como punto de partida para una reflexión de su propio “aquí y ahora” y como alimento para la mente y el alma, cuya salud -¡no lo olvidemos!- es tan necesaria como la del cuerpo.

El arte de vivir resumido en 32 frases

1. Cuanto menos en serio se toma uno la vida, más auténtica se vuelve.

2. Solo quiere ser importante quien se cree sin valor.

3. Cuando uno es honesto y se responsabiliza de sus sentimientos, deja de culpar al otro.

4. La soledad no hace daño; lo hace la incomunicación.

5. Queremos que el otro nos acepte más de lo que nos aceptamos a nosotros mismos.

6. Para poder soñar y vivir los sueños se necesita estar despierto.

7. Cada cambio vivido nos perfecciona más.

8. La salud es una simple experiencia de comunicación. Si escucha los susurros del cuerpo, no será necesario que este grite.

9. Solo cuando uno acepta las cosas existe la posibilidad de cambiarlas.

10. La valentía es, sencillamente, aceptarse y aceptar el aquí y el ahora.

11. El mayor poder que existe es el de dejar que la vida se exprese a través de uno.

12. Solo se necesita aprender cosas muy sencillas; el resto será consecuencia del “dar”.

13. Usted tiene más de lo que imagina. El problema es que no imagina lo suficiente.

14. Uno no se arrepiente de lo que ha hecho, sino de lo que no ha hecho.

15. Atrévase a entrar en una vida sin excusas. Pruebe a ver qué pasa.

16. Las cosas no salen mal, aunque puedan no salir como usted quiere.

17. Todo lo que parece que buscamos está en nuestro silencio.

18. Ser agradecido por cada momento, persona o cosa; esa es la mejor forma de encontrarse uno mismo.

19. En cierta medida, la vida se acaba cuando un día es igual a otro. Disfrute la diferencia.

20. El acto de dar no está completo hasta que el otro recibe.

21. Las cosas que quedan a medias producen estrés. Haga algo completo cada día.

22. Céntrese en lo que quiere, no en lo que no quiere. Lo que no quiere solo está ahí para darle pistas sobre lo que quiere.

23. A quien se toma la vida demasiado en serio no debería extrañarle atraer la seriedad.

24. No hay que olvidar que la palabra “crisis” incluye a Isis, la diosa egipcia de la magia y del renacimiento.

25. El alma necesita alimento; cuando no lo recibe, puede hacernos sentir unos muertos de hambre.

26. La mejor terapia es viajar y el arte, al fin, es la única medicina.

27. Hay que dejar de tener razones para tener ganas.

28. El presente es un regalo. Lo único que hay que hacer es aceptarlo.

29. Permítase encontrar lo que busca, pero recuerde que eso requiere un compromiso y pagar un precio.

30. Cuando uno acepta que es único, se curan muchas cosas.

Ahora bien, sin duda, si tuviese que quedarme con uno solo de estos aforismos sería el siguiente, que además hace un guiño inevitable a las teorías sobre la infelicidad de Punset:

“Nos complicamos demasiado. Se trata de vivir la vida, pasarlo bien y sentir que eso es más que suficiente. Vivir el arte del instante”. ¡Y nada más!

Fuentes:

‘Perlas de sabiduría’. Eric Rolf. Ed. Luciérnaga (2019).

24 octubre, 2017

Quizá

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20 agosto, 2015

Soy yo quien decide

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23 noviembre, 2014

Intenta un poco más fuerte, ser un poco mejor.

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repost de @laplumadepandora

Intenta un poco más fuerte, ser un poco mejor.

16 agosto, 2013

Usen tildes

 

Vía Por el derecho a un orgasmo diario (como minimo).

27 julio, 2013

Cada persona que pasa por nuestra vida es única

«Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.» – Desconocido

vía Cada persona que pasa por nuestra vida es única | Frases y citas celebres.

 

Gracias a mariela por aclarar que la frase no es de Borges.

14 julio, 2013

Caerse mil veces y levantarse de nuevo. En eso consiste la vida.

 

«Caerse mil veces y levantarse de nuevo. En eso consiste la vida.»

vía Revista Literaria La Noche de las Letras.

Ora en tus aposentos

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vía SOY ATEO Y QUÉ.

13 julio, 2013

Lo esencial es invisible para los ojos

«He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.» – El principito (Antoine de Saint-Exupéry)

vía Revista Literaria La Noche de las Letras.

Llorar para liberar emociones negativas

LLORAR PARA LIBERAR EMOCIONES NEGATIVAS

Cuando lloramos, en la mayoría de los casos, encontramos como primera reacción el intento, por parte de nuestro entorno…, de aplacar nuestro llanto. Son típicas expresiones como: No llores, Se te ve muy feo cuando lloras, Él/ella no merece tus lágrimas, El llorar no va a solucionar tus problemas, etc. Si bien estas expresiones buscan el consuelo en nosotros, ejercen el efecto contrario, dado que nos sentimos frustrados al no ser comprendidos.

Culturalmente LLORAR se ha asociado a DEBILIDAD, por ello muchas personas intentan reprimir el llanto, sobre todo públicamente. Esto emocionalmente es una bomba de relojería. Tanto las emociones positivas como las negativas han de ser expresadas logrando así un compendio emocional equilibrado.

EMOCIONES EXPRESADAS, EMOCIONES SUPERADAS

Dejando atrás los tabúes, LLORAR ES BENEFICIOSO PARA LA SALUD. Se produce una liberación de adrenalina, hormona segregada en situaciones de estrés, y noradrenalina, hormona que actúa como neurotransmisor que contrarresta el efecto de la adrenalina.

El efecto de ambas hormonas produce en el organismo una sensación de DESAHOGO y TRANQUILIDAD, el cuerpo se relaja y en muchas ocasiones la persona se queda dormida después de un episodio de llanto. Por ello, el dejar liberar todas estas emociones negativas que nos sobrepasan en determinados momentos de nuestra vida, ayuda al bienestar posterior y se convierte en un aprendizaje propio sobre cómo gestionarnos emocionalmente.

Tan beneficioso es REIRSE como lo es LLORAR, puesto que ambos son estados emocionales innatos en el ser humano que lo ayudan a liberar emociones tanto positivas en el caso de la risa, como negativas en el del llanto. Las dos formas de expresión de sentimientos son necesarias para que la persona gestione correctamente su estado de ánimo. De la misma manera que el fijarse en tan sólo una de ellas, como el hecho de estar todo el día riendo reprimiendo el llanto, o todo el día llorando reprimiendo la risa, suponen un malestar emocional difícil de controlar.

Por tanto, que no nos de miedo el expresar como nos sentimos, primero nos ayudará a sentirnos mejor y segundo ayudará a que las personas que nos rodean y nos quieren entiendan cuál es nuestro estado de ánimo y puedan actuar en consecuencia siempre respetando que para nosotros es necesario estas formas de expresión.

vía  HOLISTICA.

Contenido Cero: Por favor escucha… lo que no te estoy diciendo

 

No dejes que te engañe. Que no te engañe la cara que llevo porque sólo es una máscara, una de las máscaras que temo quitarme y ninguna de ellas soy yo. Aparentar es un arte que domino, pero no te dejes engañar. Te doy la impresión de ser fuerte, de que dentro y fuera de mí hay un día soleado y apacible, de que mi nombre es “confianza” y que “control” es mi juego.

De que el mar está sereno y yo sereno al timón, de que no necesito a nadie, pero no me creas. Mi exterior refleja serenidad, pero sólo es una máscara, siempre cambiando, siempre ocultando.

Detrás de ella hay confusión, temor y soledad, pero esto lo escondo. No quiero que nadie lo sepa. Me da pánico que mi debilidad y mi temor queden expuestos.

Es por eso el afán con que he creado una máscara en dónde ocultarme. Una fachada indiferente y sofisticada que me ayude a fingir, que me sirva de escudo ante una mirada conocedora. Pero precisamente, esa mirada es mi salvación, mi única esperanza, lo sé.

Siempre y cuando venga acompañada de aceptación y de amor. Es lo único que puede liberarme de mí mismo, de la prisión que yo solo he construido. Es lo único que puede revelarme lo que yo mismo no me he podido revelar, que soy alguien que valgo. Pero esto no te lo digo. No me atrevo. Tengo miedo que tu mirada no venga acompañada de aceptación y de amor.

Temo rebajarme ante ti, que te rías. Tengo miedo de que me rechaces. Por eso es que juego mi juego, mí desesperado juego de aparentar, con una fachada de seguridad por fuera, y un niño temeroso por dentro.

Así empieza el desfile de máscaras, y mi vida se coloca al frente, con caretas destellantes pero vacías. Inútilmente platico contigo en los tonos suaves de una plática superficial. Te digo todo acerca de nada, y nada acerca de lo que es todo para mí.

Así que cuando te hable, no te dejes engañar por lo que te diga. Por favor escucha cuidadosamente, trata de oír lo que me gustaría decir, pero que no puedo manifestar abiertamente. No me gusta esconder. No me gusta jugar al impostor.

Quiero dejar de aparentar. Quiero ser auténtico, espontáneo, pero tienes que ayudarme. Extiéndeme tu mano aun cuando parezca ser lo último que necesito. Cada vez que eres amable, cada vez que tratas de comprenderme, mi corazón hace crecer unas alas, unas pequeñas alas, unas alas frágiles, ¡pero alas!.

Una arraigada convicción de que valgo poco me ha hecho construir una muralla a mi alrededor. Mientras más te acerques a mí, con más ímpetu te rechazaré. Es irracional pero, contrario a lo que dicen los libros acerca del hombre, frecuentemente soy irracional.

Se me ha dicho que el amor es más fuerte que cualquier barrera y en ello está mi esperanza. Por favor trata de derrumbar esa muralla con manos firmes, pero gentiles, ya que mi niño interior es muy sensible.

¿Quién soy yo? te preguntarás… Soy alguien a quien tú conoces muy bien. Soy cualquier hombre o cualquier mujer que cruza por tu camino.

__________________

Por Charles C.Finn

Fuente: http://amor-en-el-aire.blogspot.com.es/

vía Contenido Cero: Por favor escucha… lo que no te estoy diciendo.

8 julio, 2013

Lazos de amor

Lazos de amor

Hay alguien especial para cada uno de nosotros.
A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres.
Pertenecen a distintas generaciones y viajan
a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales
para encontrarse de nuevo con nosotros.
Proceden del otro lado, del cielo.

Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce,
porque los ha amado en los desiertos de Egipto
iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia.
Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros
y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antigüedad.
Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad
y nunca nos abandonarán.

Es posible que nuestra mente diga: “Yo no te conozco”.
Pero el corazón sí le conoce.

Él o ella nos agarran de la mano por primera vez
y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo
y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser.
Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela
a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco.
Se nos pone la piel de gallina.
En ese momento todo lo demás pierde importancia.
Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente
nos hayamos encontrado otra vez,
aunque nosotros sí sepamos quiénes son.
Sentimos el vínculo que nos une.
También intuimos las posibilidades, el futuro.
En cambio, él o ella no lo ve.
Sus temores, su intelecto y sus problemas forman un velo
que cubre los ojos de su corazón,
y no nos permite que se lo retiremos.
Sufrimos y nos lamentamos mientras
el individuo en cuestión sigue su camino.
Tal es la fragilidad del destino.

La pasión que surge del mutuo reconocimiento
supera la intensidad de cualquier erupción volcánica,
y se libera una tremenda energía.
Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato.
Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad,
sentimos que ya conocemos profundamente a esta persona,
a un nivel que rebasa los límites de la conciencia,
con una profundidad que normalmente está reservada
para los miembros más íntimos de la familia.
O incluso más profundamente.
De una forma intuitiva, sabemos qué decir
y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad
y una confianza enormes,
que no se adquieren en días, semanas o meses.

Pero el reconocimiento se da casi siempre
de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina
a medida que el velo se va descorriendo.
No todo el mundo está preparado para percatarse al instante.

Hay que esperar el momento adecuado,
y la persona que se da cuenta primero
tiene que ser paciente.

Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento
podemos llegar a reconocer a un alma gemela.
Sus manos nos rozan o sus labios nos besan,
y nuestra alma recobra vida súbitamente.

El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo,
hermano, pariente o amigo íntimo.
O puede tratarse de nuestro ser amado que,
a través de los siglos;
llega a nosotros y nos besa de nuevo
para recordarnos que permaneceremos siempre juntos,
hasta la eternidad.

Brian Weiss

 

vía Pensamientos poderosos.

7 julio, 2013

Los cuatro acuerdos de la sabiduría tolteca

LOS CUATRO ACUERDOS DE LA SABIDURÍA TOLTECA

1. NO SUPONGAS

No des nada por supuesto.
Si tienes DUDA, aclárala.
Si SOSPECHAS, pregunta.
Suponer te hace inventar historias increíbles
que sólo envenenan tu alma y que no tienen FUNDAMENTO.

2. HONRA TUS PALABRAS

Lo que sale de tu boca es lo que eres tú.
Si no honras tus palabras, no te estás honrando a ti mismo; y si no te honras a ti mismo, no te amas.
Honrar tus palabras es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Eres auténtico y te hace respetable ante los demás y ante ti mismo.

3. HAZ SIEMPRE LO MEJOR

Si siempre haces lo mejor que puedas, nunca podrás recriminarte ni arrepentirte de nada.

4. NO TE TOMES NADA PERSONAL

Ni la peor OFENSA.
Ni el peor DESAIRE.
Ni la más grave HERIDA.
En la medida que alguien te quiere hacer daño,
en esa medida ese alguien se hace daño a sí mismo. Pero el problema es de Él y no tuyo.

Dr. MIGUEL RUIZ
Libro «Los Cuatro acuerdos de la sabiduría Tolteca»

 

vía Psicóloga Emocional.

No existen

– Los Reyes Magos no existen
– El Hombre del Saco no existe
– Papá Noël no existe
– La cigüeña de París no existe
– El Ratoncito Pérez no existe

¿Cuándo tendremos edad para saber lo de Dios?

 

vía Hay algo aqui que va mal.

Cerrando círculos

«Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó tu relación? ¿Ya no vives más en esa casa? ¿Debes irte de viaje? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente «revolcándote» en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!

Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.

Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente…

El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú… Suelta el resentimiento. El prender «tu televisor personal» para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte lentalmente, envenenarte y amargarte.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando «puertas abiertas», por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate. Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!»

vía Psicóloga emocional.

Un guerrero acepta su destino

«Un guerrero acepta su destino, sea cual sea. Sin embargo, lucha por cambiar las cosas y hace de su paso por el mundo algo exquisito. Templa su voluntad de tal forma que ya nada puede moverle de su propósito.» – Armando Torres, ‘Encuentros con el Nagual’.

vía Namaste donde tú y yo somos uno..

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